La madrugada del 30 de junio de 1934, Adolf Hitler ordenó la ejecución del líder de las SA., Ernst Röhm, dando comienzo a un proceso de purga dentro de esta milicia que se desarrollaría durante las siguientes semanas. Actualmente, conocemos este suceso como la Noche de los Cuchillos Largos. Uno de los argumentos que el Führer esgrimió ante la detención de Röhm fue su sabida homosexualidad, prometiendo eliminar todo rastro de esta del partido nazi. El hostigamiento, persecución, encarcelamiento de la población homosexual por parte de la Alemania nazi empezó ese mismo año y acabaría con su deportación a los campos de concentración bajo el símbolo del triángulo rosa.
No debemos caer en el error de pensar que la persecución a los homosexuales en Alemania se redujo al periodo el Tercer Reich. La base legal de estas detenciones se encontraba en el artículo 175 del Código Penal, vigente desde 1871, y que no sería derogado hasta el año 1994. Sin embargo, las detenciones a esta población en el periodo nacionalsocialista alcanzaron un volumen muy superior al de etapas anteriores, llegando a multiplicarse por siete. Que los actos de homosexualidad siguieran penados al acabar la Segunda Guerra Mundial, así como el especialmente bajo índice de supervivencia de estos presos en los campos, han llevado a que no contemos con mucha información sobre su historia. Ricard Huerta arroja luz a estos acontecimientos en su libro El Holocausto Rosa, publicado por la editorial Catarata este 2023.
Ricard Huerta, catedrático de Educación Artística en la Universitat de València, artista visual y activista LGTBI lleva a cabo en esta obra un análisis de la persecución a la población homosexual por parte del Tercer Reich desde una perspectiva actual y novedosa. Si bien no nos encontramos ante una investigación histórica, sí se trata de un ensayo transversal que se propone -con éxito- conectar el asesinato de miles de hombres homosexuales con la discriminación y violencia que se ejerce contra el colectivo LGTBI en la actualidad, la imagen que se ha construido de este acontecimiento a través del arte y las herramientas con las que contamos para educar en el respeto de los derechos humanos.
Ha llevado décadas que la población general no relacione los horrores del régimen nazi únicamente con la población judía y conozca que disidentes políticos, el pueblo romaní, personas consideradas asociales y los homosexuales también sufrieron este horror. Así, una buena parte de esta obra está dedicado a difundir la realidad de la persecución que sufrió la población homosexual a manos del Tercer Reich, a través de los principales historiadores que han trabajado en este campo. No obstante, no se limita únicamente a ofrecer este relato, sino que aporta una explicación al odio que sufrió la población homosexual durante el siglo XX y la forma en la que se ocultó esta condición en las biografías de personajes trascendentales de este siglo. Asimismo, aborda brevemente la represión de estas minorías por otros regímenes totalitarios de la centuria, como la dictadura de Pinochet en Chile, el periodo del Franquismo en España o la Italia de Mussolini. Otro de los aspectos más enriquecedores y novedosos que trata esta obra es la representación artística del Holocausto Rosa. El autor ofrece un análisis de la forma en la que se ha plasmado esta persecución en diferentes medios como la pintura, la escultura, el cine, la fotografía, la danza o la música. Aborda no sólo la represión y deportación de los homosexuales por el régimen nazi, sino otros contextos de abuso hacia el colectivo LGTBI.
Conviene señalar que existe un vacío en este libro en lo que respecta a las mujeres, ya que el autor se centra prácticamente en exclusividad en la represión a los varones. Huertas aclara que no solía haber legislación que penara explícitamente los actos de homosexualidad entre dos mujeres, como sí entre dos hombres, por lo que es más complejo rastrear sus pasos en estos sistemas represivos. En el caso de la Alemania Nazi, las lesbianas fueron deportadas bajo el triángulo negro, que correspondía a la categoría de “inadaptadas sociales”, el mismo que se impuso a las mujeres que practicaban abortos o las que se resistían al trabajo; o bajo el triángulo rojo de “opositoras políticas.”
El broche final de esta ecléctica obra pasa por un alegato a la educación y, concretamente, a la aplicación de una educación en diversidad de las jóvenes generaciones. El Holocausto Rosa no versa únicamente de la persecución que se dio en el Tercer Reich, sino también de la que perdura en la actualidad. Así concluye la propuesta de Ricardo Huertas, alegando que la historia, el arte y la educación pueden y deben entrelazarse y servir para construir una sociedad más justa, igualitaria y que ponga la defensa de los derechos humanos como prioridad.
María Llinares Galustian