La derrota definitiva de la II República comenzó en una noche sin más testigos que los soldados apostados a ambas orillas del río más caudaloso de España. Ni siquiera había luna aquella madrugada del 25 de julio. El general Vicente Rojo se había asegurado de que las probabilidades de que el ejército sublevado se percatara de la ofensiva republicana fueran mínimas. Así, hasta ochenta mil combatientes fueron transportados a la ribera oriental del río, atravesaron el río Ebro y sorprendieron a los nacionales en un agresivo ataque los obligó a retroceder posiciones. Sin embargo, el optimismo y la esperanza de los republicanos no duró demasiado. Los rebeldes consiguieron reagruparse y dieron comienzo a una contraofensiva que desmontó los planes de Rojo.
La derrota en el Ebro alejó la remota posibilidad de que la República venciera en el conflicto iniciado en julio de 1936. El ejército republicano se vio abocado a tareas defensivas, y los nacionales no tardaron en ocupar Cataluña, Madrid, Valencia y, en definitiva, toda España. Los republicanos que pudieron abandonaron el país se instalaron en México, Chile, la Unión Soviética o Francia. La mayoría de ellos se exilió en este último país; hombres, mujeres y niños se vieron obligados a cruzar el Pirineo dejando una vida atrás y aproximándose a la incertidumbre en el país galo. Lo hicieron en silencio, pues todo exilio ocurre en silencio.
Por ello, el doctor en Historia Luis E. Íñigo publica con Edaf Vae victis. Una historia de las derrotas que sellaron el destino de la humanidad. A través de sus más de cuatrocientas páginas, el autor se adentra en una cronología de todos aquellos que no tuvieron voz a lo largo de la historia, de todos aquellos que estuvieron al margen del relato de los vencedores. Además, Íñigo no solo trata de equilibrar el relato desconfiando de la narrativa de los victoriosos y consultando los alegatos del vencido, sino que va más allá y ofrece un carácter reivindicativo.
De esta manera, el escritor pone el foco en «civilizaciones, los pueblos, las naciones o los ejércitos que, en cada encrucijada decisiva del pasado de la humanidad, quedaron apartados de la corriente principal de su devenir histórico, que siguió adelante sin ellos».
Aparte del capítulo que dedica a la España republicana, se presentan episodios históricos que oscilan desde la Antigüedad hasta la Historia Contemporánea. En esta era más reciente, se hallan los siguientes acontecimientos históricos: la derrota del Antiguo Régimen en la batalla de Valmy, la derrota hispanofrancesa en la batalla de Trafalgar, la derrota española en la batalla de Santiago de Cuba, la derrota del zarismo en la batalla de Tsaritsyn, la derrotade Alemania en la segunda batalla del Marne, la ya mencionada derrota republicana en la batalla del Ebro, la derrota nazi en la batalla de Stalingrado, la derrota francesa en la batalla de Dien Bien Phu y la caída del muro de Berlín y la derrota soviética en la Guerra Fría.
La visión que reflejan estos capítulos forma parte de un mundo que muere para ver nacer a otro. Significa la extinción del Antiguo Régimen para dar paso a una nueva sociedad; expone el fin de un sistema cuasi feudal de una Rusia que derivó en un sistema jamás visto en el planeta, o relata el fin de gobiernos que querían seguir marcando huella en un futuro que nunca se dio. La derrota implicó la victoria de unos otros que se encargaron de continuar con lo anterior o directamente romper con él. En conclusión, sobre los triunfantes ha recalado la responsabilidad de trazar los rastros de la Historia que los investigadores rescatan desde el presente.
En este sentido, Íñigo recalca que esa reivindicación de los vencidos no viene acompañada de una legitimación de su discurso. El libro se posiciona desde su comienzo y alega que la humanidad siguió adelante sin los vencidos, «a veces para bien, como sucedió con los nazis alemanes frente a los aliados; a veces no tanto, como les ocurrió a los republicanos españoles frente a los militares rebeldes».
En definitiva, el contenido de Vae victis. Una historia de las derrotas que sellaron el destino de la humanidad se aleja del carácter académico para abrazar la divulgación, ofreciendo puntos de inflexión interesantes acerca de momentos estelares de la historia y que quizá hayan pasado desapercibidos para el lector hasta encontrarse con este libro. Pese al matiz claramente divulgativo que presenta la editorial Edaf mediante este libro que ha visto la luz en febrero de 2023, a su vez permite a los académicos reflexionar sobre el relato construido por las naciones y la memoria que sustenta las sociedades actuales. Esa expresión tan manida de que la Historia la escriben los vencedores vertebra el pensamiento de quien tiene en sus manos este libro, aunque al finalizar la obra uno tiende a reinterpretarla: la Historia la escriben los vencedores, pero con el tiempo los vencidos se hacen escuchar.
Julen Berrueta Magariño