La guerra civil española y la posguerra concentran una gran atención dentro y fuera de la historiografía. Cada año, decenas de libros abordan esta temática. Ante tal cantidad de estudios, cabría preguntarse si se puede aportar más información al debate sobre nuestro pasado reciente. Si es pertinente seguir investigando e invirtiendo recursos. El libro de Juan Carlos García Funes, Desafectos. Batallones de trabajo forzado en el franquismo, es una buena muestra de esa necesidad de seguir trabajando e investigando, porque queda mucho por hacer y conocer.
La palabra “desafecto” es un concepto que marcó a miles de soldados del ejército republicano durante la contienda y a jóvenes reclutas que durante la posguerra tuvieron que realizar el servicio militar. Esta categorización se realizó en función de parámetros políticos para diferenciar a la población en colectivos sobre su afinidad en relación con el nuevo régimen político. En definitiva, fue un concepto utilizado por las fuerzas sublevadas para indicar la adhesión de las personas frente al nuevo Estado en construcción. Esta categorización se realizó en los campos de concentración para la incorporación o no de los soldados capturados al ejército golpista. Los desafectos, aquellas personas consideradas enemigos por las fuerzas sublevadas, se enfrentaron a distintos procesos en función de su reeducación. Es decir, si estas personas podían ser reconvertidas para la causa sublevada o si, por el contrario, fueron irreductibles. Para los primeros, el proceso de reinserción en la nueva sociedad pasó por los batallones de trabajo forzado, unidades dependientes del sistema concentratario que sometió a los prisioneros desde su captura. En estos batallones de trabajo, los prisioneros o soldados desafectos se pusieron a disposición de las necesidades de los sublevados, en múltiples labores, solventando necesidades bajo las directrices del ejército. Este es un libro sobre la historia de los trabajos forzados, siendo concebido por sus organizadores como un medio para el sometimiento de los catalogados como desafectos a través del ejército y la trasmisión de sus valores. Un ejército que fue el encargado del reclutamiento, el gestor y uno de los mayores empleadores de obra de mano cautiva.
Desafectos. Batallones de trabajo forzado en el franquismo pone el foco en el análisis del ejército como actor principal en las lógicas y dinámicas de la violencia en la zona sublevada – el pilar básico de la dictadura. Los campos de concentración jugaron un papel fundamental en la depuración del cuerpo social durante y tras la guerra civil. Un sistema concentratario que fue evolucionando desde la improvisación hasta la creación de campos ex proceso con centenares de miles de prisioneros coordinado por la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros creada en julio de 1937. El final de la guerra trajo consigo el cambio en este sistema y en los batallones de trabajo forzado. Los jóvenes que tuvieron que realizar el Servicio Militar siendo catalogados como desafectos fueron destinados a “batallones disciplinarios de soldados de trabajadores”, siendo catalogados como prisioneros, al acabar en ellos otros colectivos como los sancionados por la Fiscalía General de Tasas.
El centro de la cuestión del presente libro son las unidades de trabajo forzado organizadas en la guerra y la posguerra movilizados por todo el territorio del Estado español, siendo el formato más extendido el de batallones de trabajadores, pero no los únicos (batallones disciplinarios de trabajadores, batallones disciplinarios de soldados trabajadores y batallones disciplinarios de soldados trabajadores penados). Así como el estudio de las concesiones. Una forma de explotación que ayudó a fraguar la victoria sublevada, castigar al enemigo y contribuir a construir/reconstruir el nuevo régimen.
Las fuentes que utiliza Juan Carlos García Funes se encuentran muy fragmentadas, en distintos centros, siendo los fundamentales el Archivo Militar de Ávila y el Centro Documental de la Memoria Histórica. Completado con estudios hemerográficos, relatos biográficos y archivos locales. Estas fuentes han dotado al libro Desafectos. Batallones de trabajo forzado en el franquismo de un carácter más cuantitativo, siendo un punto de partida primordial para futuros estudios de la violencia.
El primer capítulo es una introducción sobre el proceso de investigación y un breve estado de la cuestión con la definición de los principales conceptos que recorrerán la obra. En el segundo capítulo Juan Carlos García Funes estudia la organización llevada a cabo por el ejército para la movilización del trabajo cautivo. Durante el conflicto fueron las autoridades de los campos los encargados de reclutar la mano de obra y la clasificaba para reconducirla lo más eficazmente posible al esfuerzo bélico. En la posguerra, se procedió al cambio de normativa afectando a nuevos colectivos, los jóvenes desafectos, catalogados como soldados trabajadores; El autor define el sistema concentratario como un sistema castrense establecido por el ejército sublevado al compás de la guerra, que comprendió la gestión, clasificación y deriva al trabajo de cautivos capturados y reclutados mediante normativas e instituciones relacionadas con el desarrollo de la guerra y las normativas del Servicio Militar en la posguerra, para lo que dispuso unidades de trabajo militarizado y disciplinario.” En los campos se establecieron unas Comisiones Clasificadoras encargadas de discernir entre los prisioneros. Los que fueron clasificados como desafectos o de afección dudosa nutrieron los Batallones de Trabajadores unidades que confirmarían un ejército de prisioneros trabajadores, considerándolos personal militarizado sujeto al Código de Justicia Militar.
En el tercer capítulo plantea el autor el reto de la cuantificación de los prisioneros de los batallones de forma mensual entre 1937 y 1945, combinando enfoques marco y micro, siendo fundamental el vaciado del Fondo “Batallones de Trabajadores y campos de concentración” custodiado en el Centro Documental de la Memoria Histórica, un aporte fundamental de la presente obra. De esta forma, Juan Carlos García Funes ofrece una visión global de los trabajos forzados organizados por el ejército en los territorios que iban ocupando y, tras el final de la guerra, en todo el territorio del Estado español. Además, se diferencia entre distintos tipos de batallones.
En el capítulo cuarto el autor estudia la localización de los espacios de trabajo, un proceso arduo que persigue elaborar un mapa del trabajo forzado para afrontar en un futuro investigaciones relacionadas con el impacto económico, la dimensión territorial de la violencia, la cartografía del castigo y del trabajo forzado. Se realiza un análisis pormenorizado de algunos meses por su relevancia y que tipo de trabajos se ejercieron por provincia. Categorización de los trabajos en función de sus objetivos, como los militares, los civiles, los religiosos. Cada uno con sus subcategorías establecidas por Juan Carlos García Funes en función de la documentación.
En el quinto capítulo de Desafectos. Batallones de trabajo forzado en el franquismo se efectúa un análisis económico del trabajo cautivo utilizando las comunicaciones entre los peticionarios de prisioneros y las autoridades, examinando varios aspectos de las solicitudes: quienes las realizaban, cuantos prisioneros pedían, para qué trabajos o qué condiciones se estipulaban para aprobar las concesiones. El autor se aproxima a amplio abanico de factores que determinaron la utilización de la mano de obra de los prisioneros. Se adentra en aquellas dinámicas que acompasaron las posibilidades de quienes quisieron utilizar a los prisioneros. Los peticionarios aportan información sobre tipos de trabajos, tareas y encargos. Unas 180 peticiones analizadas en guerra que afectaron a casi 60.000 prisioneros. También aportan información sobre las motivaciones siendo conocedores de la normativa (salarios, condiciones de prisioneros, la utilidad del trabajo a realizar, escolta, …) para garantizar que su solicitud fuese aceptada. Este capítulo contribuye al debate sobre la mano de obra cautiva frente a la libre y las motivaciones sobre su uso.
En el sexto y último capítulo Juan Carlos García Funes aborda las experiencias de aquellas personas que fueron destinadas a los batallones a través de sus propios relatos. De esta forma, el autor recoge información sobre las condiciones materiales de su experiencia. Información que complementa la aportada por las fuentes archivísticas. A su vez aporta datos sobre estos relatos de vida de su proceso de elaboración y su publicación.
Fernando Jiménez Herrera