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José M. Faraldo | Rusofobia. Ensayo sobre prejuicios y propaganda | 2023

Los estereotipos y los prejuicios juegan un papel fundamental en la creación de identidades. Leyendas, mitos y fobias se dan cita a la hora de comprender al país más grande del planeta, la Federación Rusa. Es en este ámbito donde surge la rusofobia, una amplia amalgama de sentimientos hostiles hacia Rusia y sus habitantes que ha cobrado especial relevancia desde los años 2000. Este conjunto de creencias todavía no ha contado con la atención de la investigación histórica, siendo la obra el punto de partida que busca comprender y estudiar una realidad aparente que ha sido exagerada e instrumentalizada dentro de las fronteras del gigante energético eslavo.

El historiador José María Faraldo Jarillo posee amplia experiencia en el estudio de la política y la historia de la Federación Rusa con obras como El nacionalismo ruso moderno (2020) o Sociedad Z: la Rusia de Vladimir Putin (2022). Pero será en este libro donde Faraldo arroje luz sobre las tinieblas que envuelven a un concepto muy popular en los tiempos actuales, pero sobre el que apenas hay estudios en Europa Occidental. La gran aportación de este trabajo es el análisis histórico del fenómeno de la rusofobia, traspasando los umbrales de las diferentes etapas de la historia para finalmente llevarnos a los tiempos actuales.

El libro podría dividirse en cuatro partes teniendo como punto de partida la cronología: una dedicada a explicar las visiones y las percepciones que surgen a la hora de comprender a Rusia y a los rusos, otra destinada a explicar los orígenes del concepto en la Edad Moderna como los tiempos del Zarato ruso de Iván IV, una tercera que comprende los siglos XIX y XX con gran relevancia del periodo soviético; y por último los tiempos actuales bajo el mandato de Putin y el papel de otros agentes como la iglesia ortodoxa rusa.

Si hay algo que queda claro durante la lectura es la existencia de estereotipos negativos –rusofobia- y positivos –rusofilia- sobre el país eslavo. Una rusofobia que surge en la política internacional a través de mitos como las intrínsecas ansias expansionistas de la Federación sobre otros países. Incluso se habla de la “longue durée” de Rusia, una suerte de idea abstracta que une periodos tan diversos como el estalinismo y el putinismo a través de fenómenos muy diferenciados, como las deportaciones de los chechenos durante la Segunda Guerra Mundial o los ataques sobre la capital chechena, Grozni, en 1999. Otra de las visiones que se proyectan sobre Rusia es su representación como un oso, una imagen creada desde el exterior que plasmaba la idea de los rusos vinculada al atraso, a la barbarie y al salvajismo, siendo utilizada posteriormente por la Federación para hacer referencia al poder natural y a la fuerza para defender sus límites territoriales.

Estas ideas negativas sobre la nación de los ivanes estarían ligadas a la geopolítica, naciendo durante las campañas de conquista de Iván Grozny en las que el Zarato haría su aparición en el concierto internacional. El zar Iván fue un gobernante que asesinó a su propio primogénito, hecho que remarcó la visión exterior de la dureza y brutalidad del soberano, siendo ejemplificada durante la guerra de Livonia. En esta región ocupada por Iván IV se llevó a cabo toda una campaña  de propaganda gracias a las crónicas escritas por los intelectuales del territorio, buscando desprestigiar al conquistador ruso. Otro momento trascendental será el siglo de las luces, donde los intelectuales franceses perfilarán un “otro” que será representado por Rusia y la Europa Oriental, un territorio que tendría connotaciones negativas como un atraso en términos de progreso, pero que podría ser solucionado por la mediación de sus gobernantes.

Faraldo apunta también que desde las visiones rusófobas se percibe la existencia de un rechazo a Rusia por considerarla “asiática”. Un hecho que también ha estado presente durante las campañas del III Reich en la Europa Oriental, donde su objetivo sería vencer al “comunismo asiático” estando supuestamente liderado por una conspiración judeo-bolchevique que dirigiría como una marioneta al país de los sóviets. Así en el siglo XX el anticomunismo y el antisemitismo de los nazis son las principales fuentes de rusofobia. Pero quisiera detenerme en la primera idea, la del anticomunismo, por ser la que más influencia ha tenido incluso hasta la actualidad. La imagen negativa de lo ruso durante la Guerra Fría es erigida como un elemento ideológico para desacreditar al sistema socialista del poder soviético, antagónico para los Estados Unidos. La pervivencia de la idea de Rusia como un país de comunistas supera los umbrales de la contemporaneidad y llega hasta nuestros días. Esto supondría un maridaje entre los rusos y el comunismo –sin tener en consideración que la Unión Soviética no solamente estaba poblada por rusos- que ha pervivido incluso después de la Guerra Fría, curiosamente sin enlazar a otras naciones con el marxismo como los tayikos, bielorrusos o georgianos.

El autor concluye con una mirada al presente donde el término ha sido instrumentalizado y exagerado por personalidades y medios de comunicación afines al Kremlin durante los años de presidencia de Putin. Famosos rostros visibles de la vida política rusa como el neoeurasianista Alexander Duguin apelan a la rusofobia para confrontar ideas que son contrarias a sus intereses, e incluso se emiten películas donde se representa una Europa hostil con los ciudadanos rusos. Un caldo de cultivo para “poner la nación a la defensiva y proclamar líneas de unidad e inclusión, al tiempo que se expulsa tanto al enemigo interno como al que pretende criticar el país desde el exterior”. Bien es menester resaltar que los sentimientos antirrusos reservarían su importancia a momentos muy específicos durante los últimos tiempos, siendo mucho menor si la comparamos con otras fobias como el antisemitismo. Uno de esos instantes sería la discriminación sufrida en antiguos países soviéticos como Letonia, donde las políticas rusófobas llevada a cabo por su gobierno contra los ciudadanos rusos es una realidad palmaria, aunque bien es cierto que desaparece ante la integración y el aprendizaje del idioma como señala el autor.

Por ende, gracias a la consulta de bibliografía en inglés, alemán y ruso; y el empleo de fuentes primarias de la época, Faraldo sirve en bandeja de plata un concepto desconocido por la historiografía a través del uso de una historia de las ideas en perspectiva transnacional. Una obra con un firme carácter divulgativo que sirve como punto de partida para estudiar el fenómeno de la rusofobia desde otros ángulos como pueden ser los tiempos actuales o las visiones que surgen desde otros continentes como Asia. En definitiva, un libro crucial para entender la naturaleza de la narrativa en política exterior del Kremlin.

Pablo Martínez Sánchez
Universidad Complutense de Madrid

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