El año 2023 se ha cumplido el 150 aniversario de la Primera República Española, proclamada por unas Cortes constituidas en Asamblea Nacional el 11 de febrero de 1873. Las efemérides suelen ser nutridas en conmemoraciones y publicaciones. En esta ocasión, solo hemos tenido de lo segundo, ya que la aquella primera experiencia republicana española ha estado huérfana de memoria, sin ser reivindicada, por diversos motivos, algunos de los cuales se han abordado en obras recientes. Como señalaba Gerardo Pisarello en 2022 “una pesada losa cubre la memoria de la Primera República” (cit. p. 355) o la propia Peyrou al decir que “sigue siendo sorprendentemente desconocida” (p. 28). Es más, parece que perviven con insistencia los fantasmas lanzados sobre ella en su época y en la inmediatamente posterior, la Restauración, identificándola con el caos y el esperpento, especialmente en lo referido a la Revolución Cantonal, “tiempos de desolación apocalíptica”, en palabras del reaccionario Marcelino Menéndez y Pelayo en 1882 (cit. p. 350).
Todo ello, a pesar de una historiografía que ha avanzado en el estudio, investigación e interpretación, de aquel episodio. Prueba de ello es la propia trayectoria de Florencia Peyrou, quien comenzó abordando el republicanismo popular de los inicios del reinado de Isabel II, realizó su tesis doctoral sobre los tribunos del pueblo, esto es, la articulación del movimiento republicano durante toda la época isabelina. Ahora, Peyrou nos ofrece La Primera República. Auge y destrucción de una experiencia democrática de la mano de la editorial Akal. La obra de esta especialista en el tema, republicanóloga decimonónica, era esperada por todos aquellos interesados en comprender todos los procesos que confluyeron en 1873, su grado de utopía y de materialización, sus actores, motivaciones, factores de su final y consecuencias de la misma. Ante todo, se debe señalar que este libro es un gran esfuerzo de síntesis y puesta al día de todas las investigaciones temáticamente parciales y locales, junto con el propio trabajo de investigación e interpretación de la autora. Cuestiones tremendamente necesarias. Quien quiera acercarse a la Primera República, ya sea profesional o mero interesado en la historia, debe leerla.
Si la República llegó por una conjuración de circunstancias, como vino a decir Castelar, este libro no ha llegado tampoco solo. Además de todos los trabajos previos, de Peyrou y los que cita a lo largo de 372 páginas, no se podrá entender sin otros dos. Si federalismo, politización popular, democracia directa y participativa fueron tres de los grandes ejes de la experiencia de 1873, La Primera República de Peyrou conforma triada con La Federal. La Primera República Española, obra colectiva editada por Manuel Suárez Cortina (Sílex, 2023) y la tremendamente sugerente Federación o muerte. Los mundos posibles del Cantón de Cartagena (1873) de Jeanne Moisand (Catarata, 2023). Tres hitos historiográficos imprescindibles que han visto la luz casi simultáneamente.
Si algo queda claro, y se repite, en todo el libro de Peyrou es que el republicanismo del siglo XIX como movimiento de democratización, cuyo objetivo era ampliar la participación ciudadana y la igualdad entre ciudadanos autónomos, que encarnó en el Sexenio Democrático numerosas y heterogéneas esperanzas de unas clases populares que se (re)politización, movilizaron, adaptaron las ideas republicanas a sus realidades locales para expresar, reivindicar y realizar reformas sociales, adquirir ventajas materiales y políticas, demandar justicia social, en conjunto con el internacionalismo, cuya separación con el federalismo llegó a ser harto difusa para quienes impulsaron y apoyaron los proyectos republicanos desde abajo.
Porque a pesar de que, desde arriba, los tribunos del pueblo divergían en sus proyectos de república, ya fuera una unitaria y de orden, federal legalista, federal inmediata… gran parte de las masas populares se adhirieron al proyecto federal, entendiendo que la republica solo podía ser tal, de un partido y no una mera forma de Estado. La Federal, ya fuera la de Pi y Margall en Madrid o la Federación que se estableció en Cartagena, fue, ante todo, un medio de acción política de democracia directa para garantizar derechos fundamentales, realizar ansiadas reformas sociales y estructurar el poder mediante pactos que iban del individuo a lo local, regional y estatal, sin cuestionar la identidad nacional.
Estos proyectos de democratización y, por tanto, de ampliación de la esfera pública conllevaron necesariamente convulsiones, más si era la primera vez que se experimentaba en tales proporciones. A eso se añadieron factores que hicieron naufragar el proyecto republicano, tanto el federal democrático de 1873 como el autoritario de 1874. La división entre los propios republicanos no ayudó a estabilizar el sistema, el contexto internacional adverso por el fantasma de la Comuna de París de 1871 le fue perjudicial, la crisis hacendística derivada de intentar cumplir promesas de eliminación de impuestos injustos como los consumos a la vez que los propietarios organizados en ligas se organizaban para evitar contribuir, la proliferación de disturbios como consecuencia de realidades de miseria que no podían esperar a vías institucionales, la cada vez más organizada oposición y conspiración alfonsina… y sobre todo, la fuerza del lobby esclavista cubano con su gran influencia peninsular, junto con la terrible y sangrienta guerra civil carlista rubricaron el fin de la Primera República el 29 de diciembre de 1874, al igual que varias de estos elementos habían provocado la caída de la monarquía de Amadeo I de Saboya a comienzos de 1873.
De todo ello nos habla el libro de Florencia Peyrou, estructurado en cuatro grandes bloques. Tras una introducción, en la que aprovecha para hacer un estado de la cuestión, el primer bloque, quizás el más denso del libro, se centra en presentar cómo el republicanismo español que irrumpe con fuerza a partir de 1868 no había surgido de la nada. La fuerte tradición revolucionaria juntista, la Milicia Nacional y la prensa son puntos que tener en cuenta, espacios y medios en donde fermentaría el republicanismo, el cual se debatirá entre la vía legal y la insurreccional. El segundo bloque aterriza ya en el Sexenio Democrático, explicando la agitación y movilización en el espacio público. El tercer y cuarto bloques se centran ya en la Primera República, siendo los más interesantes de toda la obra. Proyectos constitucionales, labor legislativa parlamentaria, disensiones entre radicales, unitarios, federales benévolos e intransigentes, presiones populares… En la transición de partidos de notables a organizaciones políticas amplias, no se supo gestionar bien la discrepancia, menos en un contexto altamente complejo y complicado. Peyrou también ofrece una panorámica a cómo se vivió el año 1873 en distintos espacios geográficos, recopilando multitud de estudios locales, punto interesante para observar esperanzas anheladas y realidades cumplidas por la República.
El cuarto y último bloque, además de explicar el proyecto cantonal y su ensayo revolucionario, siguiendo la obra de Moisand, lo dedica al aún más olvidado periodo de la república autoritaria, equiparable a la primera década de la III República Francesa, en la que se quiso un orden republicano centralista, marginando y reprimiendo a los federales e internacionalistas. Con el general Serrano en el poder, se plantean dudas de si se podría haber estabilizado la República como forma de estado, bajo gobierno conservador y una Constitución liberal-democrática de 1869 reformada. En cualquier caso, el pronunciamiento de Martínez Campos en diciembre de 1874 lo abortó. Eso me lleva a una pregunta, que sobrevuela pero que Peyrou no acaba de concretar: ¿aquello fue el último pronunciamiento o el primer golpe de estado? Desde la historiografía aún queda, considero, bastante que reflexionar sobre el año 1874 como un gran punto de inflexión, incluso como cierre de un corto siglo XIX…
En conclusión, La Primera República. Auge y caída de una experiencia democrática de Florencia Peyrou es un libro esperado, necesario, convertido en hito historiográfico indiscutible para quien, a partir de ahora, vaya a estudiar ese episodio histórico, así como los procesos que desembocaron en él o fueron consecuencia del mismo. Menos tópicos y más historia, que buena falta hace.
*Las referencias citadas son de la misma obra reseñada.
Daniel Aquillué Domínguez
Universidad Isabel I