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Javier Muñoz Soro | Morir lejos de casa. Las cartas de los soldados italianos en la Guerra Civil española | 2022

Desde que John Keegan escribió A History of Warfare en 1993, en donde demandaba que en los estudios de la guerra se incorporasen análisis sociales y culturales, se produjo en la historiografía mundial un cambio en la forma de analizar los conflictos armados. Siguieron esta senda, en la misma década, Eric J. Leed con No Man’s Land, aunque el más influyente haya sido George Mosse y su interpretación sobre la Experiencia de Guerra. Afirmaba que la participación en la Primera Guerra Mundial favoreció el ascenso de los fascismos, pues estos se apoyaron en los excombatientes para llegar al poder. Ha sido una de las tesis más debatidas en los war studies.

La producción historiográfica continuó su curso y de manera paralela a los tradicionales trabajos realizados desde la perspectiva de la Historia Militar surgieron otros de la Historia Social, Cultural y Postsocial. En cada escuela historiográfica y en cada país tuvo un reflejo distinto. Las particularidades nacionales obligaron a que los historiadores/as se centrasen en algunos aspectos concretos. En Alemania, el debate sobre la participación de la sociedad alemana en el Holocausto provocó que surgiesen libros de la talla de Ordinary men de Christopher Browning en la década de los 90, así como los de Omer Bartov o, más recientemente, los de Sönke Nietzel y Harold Welzer. En Francia, por sus particularidades, tuvieron una mayor presencia los debates sobre el colaboracionismo y la resistencia y tratar de analizar que ha sido ese proceso, si una guerra civil o no, en un debate en el que ha participado Oliver Wieviorka, entre otros. Tuvo un mayor recorrido el análisis de la Primera Guerra Mundial, con Antoine Prost, que, a través del estudio de los excombatientes franceses, puso en duda la interpretación que sobre la Experiencia de Guerra realizó Mosse. Un camino que continuó Frédréric Rousseau o André Loez. A estos autores hay que sumar a referentes actuales como John Horne, Dirk Moses o Robert Gerwarth, que profesionalizaron la metodología de este tipo de estudios.

Sin embargo, como ocurrió con otras corrientes historiográficas, no fue hasta un periodo muy reciente cuando comenzó a desarrollarse en España. Cabe reivindicar que en los trabajos de Gabriel Cardona, Julio Busquets o Fernando Puell había un análisis que iba más allá de lo militar. No obstante, no fue hasta la segunda década del 2000 cuando se produjo un auténtico movimiento historiográfico que cambió la forma de analizar la guerra, principalmente la civil de 1936, pero también otras como las carlistas, las campañas de África o la participación española en la Segunda Guerra Mundial. Con la excepción de los trabajos de Sebastian Balfour o Rosa María de Madariaga (publicados a finales del siglo XX y principios del XXI), esta nueva corriente la encabezan Xosé M. Núñez Seixas (Camarada invierno), Javier Rodrigo (La Guerra Fascista y Comunidades rotas), James Matthews (Soldados a la fuerza), Manuel Santirso, Miguel Alonso (Fascist Warfare), David Alegre (La Batalla de Teruel, Colaboracionistas y Comunidades rotas), Gonzalo Berger, Alfonso Iglesias, Daniel Aquillué, Germán Ruíz o Aurora Artiaga.

A todos los nombres citados, y a todos/as aquellos/as que olvide (por lo que me excuso) hay que sumar a Javier Muñoz Soro con Morir lejos de casa. Las cartas de los soldados italianos en la Guerra Civil española (Madrid: Marcial Pons, 2022). Quiero dar primero una opinión de simple lector, y decir que es un libro que merece la pena leer con independencia del conocimiento histórico que la persona tenga, pues gracias a su prosa fina, elegante y directa, aderezada con las cartas que ha manejado para su estudio, permite desmitificar la idea de la guerra como algo heroico, glorioso y, si me permiten, masculinizado, tal y como aparece en las películas de Hollywood. El lector/a tiene ante sí, un libro ameno y que a medida que avanza la lectura, engancha de una forma curiosa, pues el designio que le depara a sus protagonistas no es el que le gustaría a cualquier persona que se acerque al libro. La manera que tiene de narrar la vida de los italianos que vinieron a luchar a España dentro del Corpo di Truppe Volontarie, recuerda las imágenes más duras que, por desgracia, contemplamos a diario en las noticias en Ucrania y Gaza.

Cualquier demócrata podría sentir hasta alegría al comprobar como sintieron miedo, tristeza y ganas de que todo terminase para llegar a casa, al fin y al cabo, no dejaban de formar parte de quienes ayudaron a Franco a derrotar la democracia republicana. Pero, la narración de Javier Muñoz es capaz de que el lector separe la parte humana de la política, un aspecto complejo y digno de admirar. Por eso, este libro debería ser de lectura obligada en tiempos extraños como los que vivimos actualmente. Además, como ya he dicho, es un libro que se devora por su excelente prosa, su correcta estructura y la sutileza de narrar aspectos humanos tan complejos, de una forma tan sencilla.

Estas palabras las digo como lector aficionado a la historia, pero me pidieron que hiciese una reseña como supuesto experto. En este sentido, solo tengo una cosa que decir: ojalá pudiera escribir un libro como este. Tiene muchas virtudes: un conocimiento exhausto de la historiografía sobre la experiencia bélica, es capaz de aportar empiria a la teoría y viceversa, la estructura es clara y permite observar la evolución que tuvieron los soldados a través de las fuentes empleadas y, finalmente, el excelente uso de unas fuentes tan ricas como el intercambio epistolar.

El libro comienza con una breve, pero más que acertada reflexión del papel del soldado a raíz del título del libro Morir lejos de casa. Con acierto, Javier Rodrigo, en su prólogo, afirma que los combatientes no van a morir, sino a matar y eso en cierta medida se observa a lo largo del libro de Javier Muñoz. A partir de ahí la obra se divide en cuatro capítulos más la introducción y el epílogo. En la introducción realiza un pormenorizado análisis sobre el debate de lo que es la “Cultura de Guerra”, qué significado tiene y como se ha teorizado en torno a ella en los últimos años. Allí aparecen muchos de los nombres citados anteriormente, así como quienes emplearon ese concepto en un primer lugar, como Audoin-Rozeau y sus discípulos en la década de los 90.

El último apartado de la introducción sirve de puente al primero del siguiente, en el que se emplea la teorización de Javier Rodrigo (y sus discípulos de la UAB) sobre la Guerra Fascista, desarrollada previamente en su libro con el mismo nombre y, posteriormente (con Miguel Alonso y Alan Kramer) en el libro colectivo Fascist Warfare. Como lo definió Javier Rodrigo, y recoge Javier Muñoz, la Guerra Civil no supuso solo un acontecimiento geopolítico sino un momento clave en la constitución del fascismo trasnacional. La guerra y la sangre derramada en el campo de batalla eran factores que debían tener los “nuevos” hombres surgidos de la palingenesia fascista. De ahí las numerosas cartas que cita en la que los combatientes se muestran como “buenos italianos” por dar su vida, no por Franco, sino por Italia y su idea de ver el mundo. Una teoría interesante que está teniendo su recorrido en autores como David Alegre, Arnau Pasalodos, entre otros.

La secuencialidad del estudio permite analizar esos cambios. En un principio (capítulo 2) se observa como los soldados que han sido enviados a la guerra, a matar, aunque luego muchos murieran, se sentían como elegidos por algo más que por el Duce. Era algo espiritual dentro de la religión política que creó el fascismo. Posteriormente, va explicando cual ha sido el desarrollo de estos combatientes y su opinión sobre las campañas en las que participaron. Permite, y Javier Muñoz lo hace de maravilla, ver la evolución que van teniendo los soldados. Javier Muñoz a través de su narración deja que el lector saque sus análisis y conclusiones, mientras que nos guía por la experiencia vivida por los legionarios. El cambio viene producido por dos aspectos fundamentales, el que señala Javier Rodrigo en su prólogo y el del título del libro: comienzan a matar y a morir, y eso, les afecta como seres humanos.

Javier Muñoz sabe unir los distintos capítulos de manera excepcional. El segundo, que versa más sobre la experiencia en combate, sirve de antesala para ver las consecuencias que tiene en los combatientes italianos. La guerra moderna comienza a afectar en la moral de las mismas personas que venían a hacerse hombre, a luchar contra el comunismo en nombre de Italia y del fascismo. Unas cartas que muestran una serie de emociones humanas que analiza con un rigor, no exento de una emoción comedida, pero necesaria. Por ejemplo, en una carta, un legionario viene a decir que quienes quieren seguir en la guerra es porque no sufren sus consecuencias (p. 237), otra que la idea que tenían cuando abandonaron Italia era distinta a la que se encontraron (p. 238) o quejas por la situación de miseria que vivían (p. 242). Por eso, a partir de ese momento, la censura postal fue más aguda, al fin y al cabo, la participación en la Guerra de España servía de propaganda para el régimen Fascista. Por eso, comienzan a aparecer cartas que el autor denomina ejemplares y de propaganda.

En definitiva, una obra que aporta muchas visiones sobre la complejidad de la guerra. Debería leerse junto con el de Javier Rodrigo, La Guerra Fascista, para entender la participación italiana en la Guerra Civil española. Un libro necesario, bien escrito, que se inserta en un debate historiográfico trasnacional y que traza a la perfección la experiencia de los legionarios enviados a España. Va de la emoción al desánimo al comprobar en sus carnes que era de verdad la guerra. Pero, la experiencia bélica no es uniforme y, por eso, el autor permite ver los matices, las otras formas de entenderlo y vivirlo. Esto debe a la claridad expositiva del libro y a su estructura. Además, se agradece que, en vez de entregar una recopilación de cartas, Javier Muñoz las analice desde su complejidad para mostrarnos la dureza de las contiendas bélicas. Sin duda, uno de los mejores libros de historia de 2022, pero, que también, sirven para entender la vida y los fenómenos que tenemos por delante.

Francisco J. Leira Castiñeira

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