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António Costa Pinto | América Latina en la era del fascismo | 2023

Aunque no sea necesario presentar el autor, ya que es uno de los principales teóricos en la actualidad sobre fascismo y salazarismo, Antonio Costa Pinto, de nacionalidad portuguesa, es investigador de la Universidad de Lisboa, en el Instituto de Ciencias Sociales (ICS). La obra de este sociólogo e historiador portugués, América Latina en la Era del Fascismo, es una reciente publicación de la editorial granadina Comares, salida a la luz en 2023, y se trata de un libro que ya había sido publicado anteriormente en dos otras lenguas: en portugués, por una editora universitaria brasileña, EdiPUCRS, con el título América Latina na Era do Fascismo; así como en inglés, con la editorial británica, Routledge (Latin American Dictatorships in the Era of Fascism). Gracias a la excelente traducción de Ignacio García Pereda (con revisión de Laura Bajo), tenemos ahora la posibilidad de leer en español ese magnífico trabajo. Dicho trabajo es el resultado de una investigación que Costa Pinto ha llevado a cabo durante muchos años sobre el corporativismo, pero en este caso, específicamente, el autor se centra en el subcontinente sudamericano, incluyendo también el caso de Méjico, al comparar los regímenes autoritarios de esta región durante el período entreguerras.  

En líneas generales, el libro consiste en el estudio, desde una perspectiva comparativa y transnacional, del corporativismo como alternativa a las democracias liberales y al socialismo soviético —es decir, una “tercera vía” elaborada por sectores conservadores y autoritarios— en América Latina. Costa Pinto propone, a través de un análisis de las transferencias y difusiones, la elaboración de un estudio que busca comprender las razones que llevaron a que el corporativismo se convirtiera en uno de los modelos más influyentes del período entreguerras. El autor, además, defiende que el corporativismo estuvo en la vanguardia de las dinámicas de difusión transnacional de instituciones autoritarias en las naciones latinoamericanas. De este modo, Costa logra innovar y abrir nuevas líneas de investigación sobre este fenómeno, ya que demuestra que la experiencia histórica con el corporativismo fue mucho más global y atractiva, yendo más allá del suelo del que se puso en práctica —la Italia de Mussolini.

El autor resalta, asimismo, una paradoja muy pertinente sobre la influencia del corporativismo, ya que el mismo llegó a tener peso, incluso, entre sectores democráticos. No se limitó, por tanto, a las dictaduras latinoamericanas, sino que tuvo eco en varias democracias parlamentarias como complemento institucional, siendo el caso más representativo el de Irlanda en su Constitución de 1937. Además, sectores de la izquierda, como los neosocialistas, también se interesaron por el corporativismo como herramienta político-ideológica.

América Latina en la Era del Fascismo está estructurado en trece apartados que, a su vez, están divididos en tres partes. La primera parte, intitulada Dictaduras e instituciones políticas en la era del fascismo, aborda dos conceptos claves del corporativismo: el corporativismo social y el político. El primero se puede definir como un sistema de representación de intereses organizados, en los que se encontraban trabajadores y empleadores bajo el control del Estado, conllevando a la eliminación de los sindicatos. El segundo, por otra parte, hace referencia a un sistema de representación política de carácter orgánico-estatista que iba más allá de las relaciones entre Estado y grupos sociales, teniendo el objetivo de reemplazar la democracia liberal por un sistema de representación por cámaras legislativas o consultivas.

A continuación, en la segunda parte, La difusión del corporativismo en América Latina, el autor explora los principales agentes transnacionales de difusión del corporativismo en América Latina, haciendo hincapié en el rol que desempeñaron los católicos y los intelectuales orgánicos, o, como denomina el propio autor, intelectual-político. En este escenario caleidoscópico, las influencias más destacadas en el corporativismo latinoamericano fueron no sólo las del fascismo italiano, sino también tuvieron importancia las ideas desarrolladas por los gobiernos del dictador español Miguel Primo de Rivera y de Antonio Salazar durante el Estado Novo portugués. Asimismo, es muy relevante la importancia que adquirieron los agentes transnacionales del catolicismo en la difusión del corporativismo, lo que conllevó, en este período, a que catolicismo y autoritarismo estuviesen íntimamente conectados. Figuras como de Sebatião Leme en Brasil o de Gustavo Franceschi en Argentina son algunos ejemplos de intelectuales católicos con protagonismo en la arena política de sus respectivos países.

En una tercera parte, La ola autoritaria de la década de 1930 en América Latina, que está conformada luego por otros diez subcapítulos, Costa Pinto analiza la institucionalización de regímenes autoritarios latinoamericanos influidos por las ideas corporativas. Tal como el propio autor señala, América Latina formó parte de la oleada autoritaria que redujo, de forma significativa, los regímenes democráticos en el globo terrestre. En la década de 1930, tras la gran depresión, se establecieron en el poder, muchos de ellos a través de golpes de estado, gobernantes autoritarios con características muy variadas. Sin embargo, lo que llama la atención es que uno de los denominadores común fue, sin duda, el intento de institucionalización del corporativismo.

En América Latina, los regímenes autoritarios siguieron de cerca los principios contenidos en la Carta del Trabajo italiana (Carta del Lavoro), aprobada por Benito Mussolini en 1927, aunque también se inspiraron en los modelos autoritarios de Primo de Rivera y Salazar. Estas ideas, que llegaron desde el otro lado del charco, tuvieron gran repercusión entre las élites latinoamericanas. Entre estos regímenes se encuentra el de Uriburu en Argentina, quien apostó, junto con apoyadores de la intelectualidad política, en la implementación de los principios corporativistas, en concreto, reemplazar el congreso por instituciones corporativas. En el país vecino, Uruguay, las ideas corporativistas tuvieron menor calado durante los regímenes híbridos de Gabriel Terra y Alfredo Baldomir, pero diversos intelectuales de derechas defendieron y difundieron el modelo corporativo. Por otra parte, en Chile, el dictador Carlos Ibáñez “coqueteó” con las ideas corporativas, aunque prefirió mantener las fuerzas políticas a través de la representación en partidos; pero con Carlos Dávila en el poder parece ser que este realizó un intento más serio de institucionalizar el corporativismo. Intentos más serios de implementación del corporativismo vemos también en Perú bajo el gobierno de Sánchez Cerro. Tras su asesinato, Benavides y, especialmente, Luis A. Flores (a través de la Unión Revolucionaria) fueron otros de los lideres políticos con clara influencia en el fascismo y en el corporativismo. En Paraguay, de modo semejante, tanto Rafael Franco como Stefanich y Estigarribia buscaron implementar políticas en consonancia con las transformaciones totalitarias y corporativistas del fascismo italiano. En Bolivia, tanto David Toro como Germán Busch concentraron esfuerzos para implementar el corporativismo social.

A continuación, el autor da más atención a los tres últimos casos. El primero es la dictadura de Brasil bajo el mando de Getúlio Vargas. Entre todos los casos estudiados, el del Estado Novo de Vargas (1937-1945) fue el más importante con respecto a la institucionalización del corporativismo en América Latina. Si, por una parte, en la Constitución de 1937, se incluyó el corporativismo político, pero no se lo implementó, por otra, el corporativismo social tuvo un legado duradero. De hecho, desde 1930 el corporativismo fue incorporado en el discurso oficial de Vargas. Los intelectuales-políticos con destaque fueron Oliveira Viana y Francisco Campos, y jugaron un importante papel en la institucionalización del corporativismo. Por otra parte, el mayor movimiento fascista de América Latina, la Acción Integralista Brasileña, incluyó entre sus propuestas el corporativismo, así como diversos intelectuales católicos, tal como Alceu Amoroso Lima. El otro caso paradigmático fue el de Lázaro Cárdenas en Méjico. Este implementó un régimen político difícil de caracterizar, pero que buscó crear un gobierno de experiencia corporativista y autoritaria a través de su partido (PRM), un partido de formato corporativo. Cárdenas, además, hizo hincapié en la incorporación de intereses organizados, especialmente a lo que se refiere al sindicalismo y al campesinado. En resumidas cuentas, Costa Pinto argumenta que las derechas propusieron un modelo alternativo al de Cárdenas, al defender los modelos comunes a otros regímenes autoritarios de Sudamérica, con características organicistas del corporativismo católico-tradicional. Y, por último, el libro cierra con el caso fracasado de Colombia, con Laureano Gómez como presidente del Partido Conservador, gobierno que representó el fin de la ola corporativa del período. Dentro del PC, había una facción fascista, los Leopardos, que incluirán en su programa el corporativismo, pero, aunque ejercieran cierta influencia, jamás alcanzaron una hegemonía dentro del partido. Asimismo, el autor destaca la importancia que tuvieron el sector católico y el conservador para la difusión de las ideas corporativistas.

Nos encontramos, por lo tanto, ante un libro de gran calidad, que ya se convirtió en una referencia para investigadores e investigadoras que desean acercarse o profundizar en los estudios sobre el corporativismo latinoamericano en el periodo entreguerras. Una obra que, además, contribuye con una tendencia consolidada en la historiografía de este período, que son los estudios transnacionales y comparativos con una mirada que va más allá del continente europeo. Es, sin duda, un libro que merece la pena ser leído.

Gabriela de Lima Grecco
Universidad Complutense de Madrid

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