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Claudio Hernández Burgos y César Rina Simón (eds.) | El franquismo se fue de fiesta. Ritos festivos y cultura popular durante la dictadura | 2022

En la prestigiosa serie dedicada a estudios monográficos sobre el franquismo de la editorial de la Universidad de Valencia se ha publicado este libro colectivo, que recoge una serie de nueve trabajos sobre celebraciones festivas muy señaladas de la cultura española y su desarrollo durante la dictadura. Los editores son dos expertos historiadores, a los que se deben trabajos originales e influyentes sobre la construcción y la representación de los imaginarios franquistas en torno a la identidad cultural hispánica, la religión católica y la cultura popular (Hernández Burgos, 2011; Rina Simón, 2015; 2020). Aunque las investigaciones de los dos editores se han desarrollado fundamentalmente con materiales y temas centrados en el sur del país, en este libro se presentan estudios monográficos o de caso repartidos prácticamente por toda la geografía nacional (se señala, no obstante, que no era pretensión del libro lograr una representación de tipo regional, p. 21), que también se corresponden con la práctica investigadora de sus diversos autores en torno a fiestas, representaciones sociales y territorios precisos, a los que llevan dedicando sus esfuerzos con anterioridad.

Estamos pues, ante un libro colectivo, en el que cada parte ha sido seleccionada en función de la representatividad o relevancia adquirida por la fiesta o la celebración concreta en cuestión: La Semana Santa, Los Sanfermines, Las Fallas, El Rocío, El Carnaval, pero también incluyendo otras festividades menos emblemáticas, pero igualmente importantes por su extensión y su significación social, como las fiestas patronales locales o las de ámbito provincial o regional. Los capítulos, aunque presentan materiales y metodologías necesariamente diversas en función de las particularidades del trabajo de cada autor, tienen, no obstante, un formato y unos contenidos homogeneizados convenientemente por los editores para conseguir configurar una obra colectiva, pero unitaria, que pueda leerse como una serie de casos distintos, que, a la vez que nos ilustran con detalle de los desarrollos particulares de cada ritual y representación festiva, al verse reunidos configuran un panorama lo suficientemente amplio y rico como para obtener a partir de él conclusiones de orden general. En este sentido, se aprecia el trabajo de los dos editores en la homogeneización de los distintos capítulos del libro, a pesar de lo cual también pueden señalarse algunos detalles, como la repetición de una misma frase textualmente citada en la misma página (p. 84) o la reiterada cita de referencias bibliográficas básicas a pie de página en cada uno de los capítulos, que podría haberse evitado uniendo toda la bibliografía usada al final del libro.

Además, el sentido y los objetivos de la obra -que constituye, como muchas de los libros colectivos de historia, humanidades y ciencias sociales que se publican actualmente, el resultado de sendos proyectos de investigación obtenidos en convocatorias públicas- quedan perfectamente expuestos y explicitados en el capítulo introductorio escrito por los editores. En la introducción “Investigar el franquismo desde las fiestas populares” (pp. 9-23), Claudio Hernández y César Rina hacen un repaso a los conceptos y las estrategias de abordaje de un tema, como es el de la fiesta popular y su relación con la política, que según aseguran es poco transitado por la historia en nuestro país. En efecto, el asunto de las celebraciones festivas de ámbito popular es un tema tradicionalmente propio de los antropólogos y folkloristas, cuyas herramientas metodológicas propias se han debatido de un modo amplio entre nosotros. En este sentido, es significativo y muy adecuado que el libro se abra con una cita amplia de un trabajo -desafortunadamente denominado “reportaje” (p. 10), a pesar de tratarse de un artículo basado en un trabajo etnográfico de campo profesional, hecho por uno de los mejores antropólogos españoles, Julio Caro Baroja, sobre la celebración de la Semana Santa en Puente Genil en 1950.

Los dos autores manejan apropiadamente los conceptos referentes a la cultura popular, las representaciones simbólicas colectivas, participación comunitaria y actividades públicas y privadas que se manejan en la definición del fenómeno festivo en general, pero ponen estos conceptos en juego para analizar las cuestiones que les interesan, que son fundamentalmente las que tienen que ver con las prácticas políticas en relación a las fiestas tradicionales y la resignificación o invención de sus actividades y sentidos en función de los objetivos de la dictadura. La adecuación de las prácticas festivas tradicionales y su folklorización en aras de un “regionalismo bien entendido” (p. 16) es, así, un punto central en el abordaje de varios de los capítulos del libro. La relación de los ciclos festivos con la liturgia y el ritual católico es otro de los aspectos interesantes, que además ofrece un buen ámbito para apreciar la evolución del nacional-catolicismo dentro de Estado y las luchas de poder entre las distintas facciones del régimen a partir sobre todo de 1945. La utilización de las fiestas locales y populares como momentos y lugares propicios para conseguir legitimidad política y apoyo social para el franquismo y, a la vez, la necesidad de controlar las actuaciones colectivas públicas es otro elemento de análisis importante. En definitiva, la forma en que se interviene en los espacios locales y ciudadanos para dirigir la actuación y los significados de los eventos festivos va mostrando cómo el régimen se va adaptando y evolucionando, en relación con intereses políticos de todos los estratos del poder, económicos durante el desarrollismo y el boom turístico y, en definitiva, en su intento por mantener en estos cambios su idea única e inmóvil de la nación. La idea del “nacionalismo banal” -a la que Claudio Hernández dedicó ya un trabajo en el libro dedicado a este tema editado por Alejandro Quiroga y Ferrán Archilés en 2018- es uno de los conceptos que atraviesa El franquismo se fue de fiesta con múltiples aplicaciones.

Por otro lado, la revisión histórica más amplia que la duración del propio franquismo también muestra de qué manera lo que este hizo fue adaptar los elementos que podían ser más útiles para sus objetivos, dentro de una realidad de cambio y tensiones entre los distintos actores que es la que explica, a la postre, la pervivencia de la fiesta, antes y después de la dictadura.

Además de este capítulo general, el libro está compuesto por otros nueve textos que profundizan en algunas de las celebraciones festivas de mayor relevancia simbólica y adhesión comunitaria, representada en muchas ocasiones por las figuras sagradas que son el motivo de las acciones y el sistema performativo de la fiesta.  Los santos y la liturgia católica son en este sentido fundamentales en el panorama festivo de la cultura popular española; tanto si se trata del santo patrón local o la advocación de la virgen de la localidad, como si la figura sagrada trasciende con mucho la geografía local o se convierte meramente en la figura convocante para una celebración de ámbito internacional. Así, destaca el estudio profundo de los mismos Claudio Hernández y César Rina, “Nacionalización, recatolización y legitimidad sacropopular en la Semana Santa de Andalucía durante la Guerra Civil y la posguerra” (pp. 71-94). Junto a él, hay que señalar el capítulo de José Carlos Mancha Castro dedicado a una de las fiestas clave para el análisis de la relación entre los símbolos religiosos, el poder económico, la distinción social y la resistencia popular en Andalucía: la peregrinación a la ermita de la Virgen del Rocío (pp. 117-142).

Aunque la fecha y el motivo de la fiesta también están determinadas por una figura sagrada, otras fiestas, como las de San Fermín en Pamplona o Las Fallas valencianas, trascienden con mucho el carácter religioso y sus celebraciones se convierten en multitudinarias. Estos dos casos están representados en el libro por dos estudios con perspectivas muy diferentes. La fiesta de las Fallas es abordada por Gil Manuel Hernández Martí, que ha publicado varios estudios sobre ellas (Hernández Martí, 1996, 2002). En este caso (pp. 25-48) aborda las continuas adaptaciones que la fiesta fue sufriendo para acomodarse a lo que el autor ha denominado “totalización festiva” refiriéndose a la fiesta redefinida totalitariamente (p. 32). Para ello recurre a la propia documentación organizativa y la información interna que proporciona también la prensa fallera.

Por su parte, Francisco Javier Capistegui recurre a un enfoque muy diferente en su análisis de la utilización de los Sanfermines durante el franquismo, sobre todo en su segundo periodo, recurriendo a la figura internacional de Ernest Hemingway y mostrando cómo el régimen consigue apropiarse culturalmente no solo de la fiesta, sino de la figura del escritor y el atractivo de su relato para los jóvenes norteamericanos (pp. 49-70). A partir de la idea del nacionalismo banal se muestra la utilización de la figura de un escritor partidario de la República, del patrimonio local, de los toros (y de lo que haga falta, añadiría yo) para conseguir la legitimación del nacionalismo franquista y una imagen suave de la dictadura en el exterior.

Estos mismos elementos aparecen en la base de otro de los capítulos, dedicado a la labor de la Sección Femenina de Falange en la recreación, manipulación y promoción de las muestras de folklore locales y regionales; en este caso centrado en Málaga y sus famosos “verdiales” y que es el único del libro que está firmado por una historiadora, Lucía Prieto Borrego de la Universidad de Málaga (pp. 143-167). Uno de los aspectos fundamentales en los análisis de los distintos autores que contribuyen en este libro es la utilización por parte del régimen del folklore y la cultura popular, no solo para conseguir legitimación política, sino también y fundamentalmente para conformar las identidades regionales, provinciales y locales, y sus expresiones idiosincráticas, en una idea esencial, centralista, cristiana y hasta lo posible inmutable de la hispanidad y la nación española. En este afán, no solo se crearon, como se expone en la labor encomendada a la Sección Femenina de Falange, eventos, performances y acciones institucionales de ámbito nacional, sino que se crearon y recrearon fiestas y celebraciones en las cuales la representación de las características propias regionales y/o locales ocupaba el lugar central. El inicio y evolución durante el franquismo de una de estas fiestas, El día de Asturias en Gijón, es el objeto del capítulo firmado por Enrique Antuña Gancedo (pp. 169-189), que nos muestra cómo la celebración fue derivando desde sus orígenes como una muestra regionalista, a su progresiva turistización y su posterior conversión en un producto folklorizado para uso foráneo.

Si ha habido una fiesta temida y reprimida por el franquismo, ha sido el Carnaval, debido a sus esenciales condiciones de subversión del orden social establecido y su capacidad para proporcionar un ámbito de participación crítica. El carnaval fue ya prohibido por los sublevados en 1937 y, a partir de 1940, esta prohibición se mantuvo durante el franquismo. No obstante, como nos expone Santiago Moreno Tello -experto en el carnaval de Cádiz (Moreno, 2015) (pp. 211-236)- la fiesta y sus corrosivas coplas de crítica de la actualidad se las apañaron para sobrevivir, aunque con nombres y actores diversos, durante todo este tiempo. Si bien es verdad que el control gubernativo ejercido sobre las coplas, sus autores y las comparsas convirtió a la denominada “Fiesta de los Coros” en una celebración muy distinta a una fiesta popular libre y espontánea y en un espectáculo edulcorado y controlado por la censura, precisamente la antítesis del espíritu carnavalesco.

Si el carnaval sirvió, en Cádiz y en otros muchos lugares, como un espacio de resistencia, refugio y contestación al sistema de la dictadura, otras fiestas locales patronales cumplieron también esta función en sus poblaciones; y así, la fiesta del pueblo se convertía cíclicamente casi en el único ámbito donde intentar una forma más libre de comportarse individual y colectivamente. Los continuos esfuerzos políticos por controlar los discursos y las actividades de las fiestas mayores de los pueblos en un territorio tan sensible como Cataluña, donde la cultura y la identidad nacional estaban arraigadas y establecidas popularmente, es  el objeto del estudio de Jordi Carrillo Caro (pp. 95-115), en el que se aprecian, por un lado, los esfuerzos del régimen por reinventar las fiestas mayores catalanas y, en paralelo, la manera en que muchas de sus actividades, como el baile de la sardana o los castells permanecieron y, sobre todo a partir de 1945, se pudo gozar de una cierta relajación de su control. Por su parte, el pormenorizado trabajo de Antoni Vives Rivera sobre la celebración de la fiesta de Sant Antoni en Artá (Mallorca) (pp. 191-210) durante todo el franquismo hasta llegar a la Transición ejemplifica claramente las formas de resistencia de la población local a la instrumentalización franquista de la fiesta y los distintos intereses de los actores intervinientes en ella.

En definitiva, podríamos concluir que unir en un mismo rubro franquismo y fiesta no puede ser considerado más que como un oxímoron poco sensato. El franquismo fue todo lo contrario a una fiesta y los que tenemos memoria vivida de la dictadura podemos legítimamente recordar que nuestras fiestas de pueblo infantiles o juveniles se resumían en procesiones religioso-políticas insufribles, por una parte, y los coches de choque y los puestos de vino dulce con barquillo que se instalaban en la feria, por otro.

No obstante, en el libro que han recopilado Claudio Hernández y César Rina encontramos muchos más matices para esta realidad y explicaciones profundas para ella. Vemos además que la capacidad de resistencia y oposición al régimen se mantuvo viva en el espacio festivo, lo que en buena medida ayuda a comprender de qué manera espectacular las fiestas -todo tipo de fiestas- de convirtieron tras el final del régimen en una explosión de expresiones colectivas democráticas en el espacio público a lo largo y ancho del país. Esto un hubiera sido posible sin el mantenimiento de algunos ámbitos de resistencia durante el tardofranquismo. La fiesta popular en realidad logró sobrevivir y finalmente venció a las prohibiciones y las cortapisas del régimen. Así, no deja de regocijar ver aparecer a lo largo de las páginas del libro las contradicciones y tensiones generadas por los intentos de su control político, y, así, encontrar a jóvenes universitarios norteamericanos en la Pamplona de 1953 a la busca de aventuras fuertes, o a la mujer de Hemingway confraternizando con Fraga en 1968 (pp. 55, 65).  Aunque la presencia política podía llegar a que en los fuegos artificiales de la fiesta mayor se viera en el cielo el “Viva Franco” en rojo y amarillo (p. 104), la gente iba a otra cosa, de lo que se quejaban los nacional-católicos: “Una hora de devoción al día, cansa… estando sentados. ¡Y once o doce horas de bailar… como se baila, con calor y jadeando… divierte! Señores…el mundo se ha vuelto loco” (p. 105).

El problema del control de los símbolos sagrados y las actitudes profanas durante los actos rituales proporciona, por este lado, imágenes muy representativas del control dictatorial, como la de los Reyes Magos de Oriente durante su cabalgata por Gijón en 1938 cantando el “Cara al sol” frente al local de Falange (p. 175). La romería de El Rocío es uno de los ejemplos paradigmáticos en esta tensión por la propiedad de las figuras sagradas y su legítimo uso. Así, la aparición de la hija de Franco en 1946 o de muchas otras figuras emblemáticas de la dictadura en la romería, o el bombardeo de la Blanca Paloma con claveles durante su procesión por avionetas del ejército en 1953, debió convivir con la presencia masiva de los jóvenes hombres rocieros que eran los que se apropiaban materialmente de la imagen. En palabras del escritor inglés radicado en Granada, Gerald Brenan, romero también en 1958: “La veíamos [a la virgen] tambalearse y dar vueltas por las calles. Nuestra Señora del “Rock and Roll”, se movía a empujones de un lado a otro, cayéndose y levantándose […] nunca me olvidaré del Rocío mientras viva” (p. 140).

De la observación que Julio Caro y su colega norteamericano George M. Foster hicieron del desarrollo de la famosa procesión de las “figuras” del Antiguo y Nuevo testamento en la Semana Santa de Puente Genil (Córdoba) en 1950, el antropólogo español publicó el artículo, que él mismo califica como “plúmbeo” y que es el que se cita en el comienzo de El Franquismo se fue de fiesta, pero, como reconoce en sus memorias: “me dejé en el tintero las observaciones más tremendas”. Entre ellas, describe la aparición, como primera de las “figuras” bíblicas que desfilaban el miércoles santo, de “Adán y Eva: dos labradores viejos, metidos en carnes y vestidos con unas mallas que simulaban la desnudez original. Su actuación era un poco bufa, porque el que hacía de Adán fingía tener celos y el que representaba a Eva se dedicaba a los timos y flirteos cómicos, de suerte que Adán decía y repetía: ‘Eva, Eva, que me estás resultando un poco p…’” (Caro Baroja, 1978: 444). Pues eso…

Carmen Ortiz García
Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Referencias

Caro Baroja, Julio. 1957. “Semana Santa en Puente Genil (1950)”. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, XIII: 24-50.

Caro Baroja, Julio. 1978. Los Baroja (memorias familiares). Madrid. Taurus (2ª ed.).

Hernández Burgos, Claudio. 2011.  Granada Azul. La construcción de la “Cultura de la Victoria” en el primer franquismo. Granada: Comares.

Hernández Burgos, Claudio. 2018. “Franquismo suave. El nacionalismo banal en España”. Alejandro Quiroga y Ferrán Archilés (eds.), Ondear la nación. Nacionalismo banal en España. Granada Comares: 137-157.

Hernández Martí, Gil-Manuel. 1996. Falles i franquisme a Valéncia. Catarroja-Burjasot: Afers.

Hernández Martí, Gil-Manuel. 2002. La festa reinventada: calendari, política i ideología en la València franquista. València: Universitat de València.

Moreno Tello, Santiago. 2015. El Carnaval silenciado. Golpe de Estado, guerra, dictadura y represión al febrero gaditano (1936-1945). Tesis Doctoral, Universidad de Cádiz.

Rina Simón, César. 2015. Los imaginarios franquistas y la religiosidad popular. Badajoz: Diputación de Badajoz.

Rina Simón, César. 2020. El mito de la tierra de María Santísima. Religiosidad popular, espectáculo e identidad. Sevilla: Centro de Estudios Andaluces.

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