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Carlos Píriz | En zona roja. La Quinta Columna en la Guerra Civil Española | 2022

Cuando se aborda el estudio de un conflicto bélico, en la mayor parte de los casos, la atención se centra en las acciones militares y en la repercusión sobre la población de éste. De todos modos, en una guerra, y más si es civil como fue el caso español entre 1936 y 1939, hay un componente extra que es el de los partidarios de un bando en el territorio dominado por el otro. Normalmente estas personas suelen ser consideradas traidoras o “desafectas” y suelen sufrir los rigores de los contrarios. Normalmente estas personas suelen sufrir las represalias o la represión ejercida por quienes controlan la zona en la que se encuentran, como ya ha sido ampliamente por la historiografía de los últimos años.

Sin embargo, hay quienes a pesar de estar adscritos ideológicamente al bando contrario logran sobrellevar la situación. Son capaces de hacerse pasar desapercibidos los que les permite seguir con sus vidas de un modo discreto. En algunos casos, que es el tema que ocupa este libro, no es así y colaboran con sus partidarios desde la zona enemiga. Estos son los que se denominaron “quintacolumnistas”, un neologismo acuñado durante la Guerra Civil y que tradicionalmente se atribuye al general Mola pero que, como se demuestra en el libro, ya existía anteriormente.

Podemos pensar que estaríamos hablando de vulgares espías, pero, como se demuestra de manera clara en la obra de Carlos Píriz, el “quintacolumnismo” tal como lo entendemos en la Guerra Civil es un fenómeno más complejo de tipo urbano y basado en redes de diversos tipos. Esto nos lleva más allá de lo que comúnmente conocemos como servicios de información, a los cuales la historiografía de la Guerra Civil, a pesar de contar con una serie de obras destacadas, no ha prestado demasiada atención.

Pero dejando a un lado la cuestión de los servicios de información, debemos destacar que este libro aborda, de manera clara y sistemática la cuestión del “quintacolumnismo”, y con una amplia base documental de archivos españoles y extranjeros que componen una enorme base documental que es uno de los grandes valores de esta obra por las posibilidades que abre a ulteriores investigaciones sobre el tema. Es cierto que la cuestión no es nueva, ya había sido tratada por la historiografía del tardofranquismo por Vicente Palacio Atard, quien le dedicó un capítulo en la obra que publicó en 1970 por encargo del Ministro de Información y Turismo Manuel Fraga, junto con Ricardo de la Cierva y Salas Larrazábal. También otros autores como Pastor Petit, ya en la Transición trató el tema de una manera diferente, pero sin plantear el análisis con un método historiográfico riguroso. De modo más riguroso el fenómeno fue analizado por Javier Cervera, en su estudio sobre Madrid durante la Guerra Civil, en la que vino a decir –en líneas generales– que el fenómeno del quintacolumnismo había sido abordado como la reacción al “terror rojo” en las ciudades.

Desde mi punto de vista, como ya hemo mencionado anteriormente, la obra de Carlos Píriz tiene un aspecto fundamental. El primero es que caracteriza la Quinta Columna como un fenómeno urbano. Como indica el autor el proceso de modernización de las ciudades generó unas relaciones de sociabilidad que excedían el estrecho marco del mundo rural y a le vez era un fenómeno estructurado en redes sociológica e ideológicamente similares basadas en la confianza y en la jerarquía. Carlos Píriz llega a identificar hasta siete tipos de redes quintacolumnistas que van desde las familiares a las religiosas. Entre ellas redes falangistas, tradicionalistas, de vecindad, profesionales o penitenciarias que permitieron numerosas excarcelaciones de miembros de sectores antirrepublicanos.

Antes de hacer referencia al contenido del libro me parece de suma importancia detenerme en el elenco de fuentes empleadas. Ya hemos mencionado anteriormente que la nómina de archivos, tanto nacionales como internacionales es amplísima. A los archivos más “habituales” (los diversos archivos militares, el Archivo General de la Administración, el Centro Documental de la Memoria Histórica…) hay que añadir otros como el Archivo General de la Universidad de Navarra donde están siendo depositados o adquiridos numerosos archivos de personalidades del franquismo y que es un fondo que puede aportar gran cantidad de información. Junto a los anteriores la extensa nómina de archivos extranjeros, imprescindible para analizar temas como el de los refugiados en las distintas embajadas y de gran importancia para entender las actitudes de los diversos países ante la Guerra Civil. Entre éstos es evidente la gran importancia de los archivos franceses, en especial el de Nantes, y –en cierto modo novedoso– el de la Cancillería Argentina ya que el papel del embajador argentino García Mansilla, al que el comienzo del conflicto sorprendió en su residencia veraniega de Zarauz, que ha sido poco tratado por el momento.

Desde el punto de vista formal el libro se articula en cinco partes. En la primera de ellas se analiza el comienzo y primeros pasos de la Quinta Columna. En segundo lugar, y de gran importancia, se analizan las acciones que protagonizaron sus integrantes seguido de una tercera parte en la que se analiza el desarrollo de los agentes clandestinos en ambas retaguardias. Las dos partes restantes analizan el final de la guerra y la actividad posterior de los integrantes de las organizaciones clandestinas. Un apartado destacado me parece el que hace referencia a la cuestión de las embajadas y legaciones extranjeras, en la que se refugiaron un elevado número de partidarios de los sublevados. Pese a que este tema ya ha sido tratado en ocasiones anteriores en esta obra se analiza de manera mucho más detallada y teniendo en cuenta las relaciones de los refugiados con los agentes franquistas. También me parece necesario destacar el capítulo dedicado al proceso de creación de los servicios de inteligencia franquistas y el papel –fundamental– en el desarrollo de estos del coronel Ungría, refugiado en la embajada de Francia al comienzo de la contienda y cuyas relaciones con el agregado militar francés, el teniente coronel Morel, fueron de gran importancia. En el apartado dedicado a las redes me parece interesante destacar, no por desconocido, pero si por la relevancia que adquirió en personaje, el caso de Manuel Gutiérrez Mellado, pero también el de otras personas menos conocidas como es el caso de Antonio Bouthelier o José María Taboada Lago entre otros.

En el apartado de las conclusiones se resumen las principales aportaciones de la presente obra. Entre ellas me parece importante destacar que el surgimiento de la Quinta Columna no fue resultado de la violencia en la retaguardia republicana, como se ha mantenido hasta el momento, sino que fue una expresión más del proceso conspirador ante el fracaso del golpe de estado de julio de 1936 y que obligó a los sublevados y sus partidarios a adoptar una nueva táctica. Esta nueva táctica fue combatida por la República de manera descoordinada, y en ocasiones poco eficaz. Pese a que no todas las redes quintacolumnistas lograron permanecer podemos pensar que el saldo les fue favorable. Otra de las aportaciones destacadas de esta obra es la relectura que lleva a cabo de la actividad de las sedes diplomáticas, de las que hasta ahora se había puesto de manifiesto su labor humanitaria pero que en realidad encubrieron a muchos miembros de la Quina Columna. Otro aspecto destacado fue el papel jugado por los partidarios clandestinos de los sublevados en el final de la guerra, en concreto el golpe de Casado, que como afirmó el dirigente comunista Jesús Hernández fue un “golpe quintacolumnista”. Finalmente, los integrantes de la Quinta Columna jugaron un papel determinante como policía política en las últimas ciudades que cayeron en manos de los sublevados y, posteriormente, muchos de ellos se incorporaron a los servicios de inteligencia del general Franco.

Como conclusión podemos afirmar que estamos ante una aportación de gran importancia para tratar los aspectos menos conocidos de la Guerra Civil en especial la guerra clandestina que se libró en la retaguardia. A mi entender se trata de una obra que aclara muchos interrogantes y, a la vez, marca el camino para posteriores estudios sectoriales sobre los agentes de ambos bandos en la retaguardia. Está claro que en estudios de ese tipo la obra que hemos presentado está llamada a ser una obra de referencia ineludible.

Pedro Barruso Barés

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