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Juan Mainer Baqué | Del elitismo a la masificación. Historia y memorias del bachillerato en el Ramón y Cajal de Huesca (1931-1990) | 2024

Cabe afirmar categóricamente que estamos ante una investigación modélica por sus anclajes empíricos y metodológicos y por la extraordinaria solidez de su despliegue analítico e interpretativo. Se transparenta que ha sido elaborada por un historiador que, como Juan Mainer, está comprometido con las exigencias teóricas del estudio del pasado y además y sobre todo con la innovación como pauta didáctica y, por tanto, inmerso en su responsabilidad cívica de abrir las capacidades críticas de los jóvenes en su proceso formativo.

Tal riqueza de bagaje intelectual y de prácticas educativas ya dio un primer fruto en el volumen publicado en 2020, Consagrar la distinción, producir la diferencia. Una historia del Instituto de Huesca a través de sus catedráticos (1845-1931). Es justo recordar las aportaciones de esa primera obra para entender por qué es necesario este otro volumen que se reseña ahora. Entonces, en 2020, estudió la creación del primer Instituto implantado en Huesca en 1845, fruto de la idea liberal de extender lo que se llamaron “enseñanzas medias”, esto es, el período intermedio entre la primaria o elemental y la universidad. No por casualidad estaban destinadas a las clases medias, usando el vocabulario liberal del siglo XIX, las únicas con posibilidades de adquirir una “profesión liberal” en la universidad. Se convirtieron en centros de vida educativa y cultural en cada provincia. Hasta 1931 hubo no más de uno por capital de provincia y en algunas capitales dos o tres. Los catedráticos de instituto adquirieron el rango de próceres provinciales ente las clases ilustradas de la respectiva capital o ciudad.

En concreto, el Instituto de Huesca fue el único en toda la provincia hasta 1931, con el monopolio de la emisión del título de bachiller, imprescindible para entrar en la universidad. Además, fue solo para varones y hasta el gobierno de Ruiz Zorrilla en 1871 no se dio acceso a las mujeres al bachillerato. Su implantación fue muy lenta, pues la conquista de la igualdad educativa para las mujeres solo la promovían los intelectuales republicanos en aquel momento, por empuje de las mujeres masonas. Así, en sus aulas se formaron los hijos de la clase dirigente y potentada de Huesca y no ingresó una mujer hasta el curso 1884-1885. Los catedráticos, por lo demás, reclutados por oposición, desarrollaron la inédita tarea de pasar por la criba de la pedagogía más básica el cúmulo de conocimientos de cada materia para adaptarlos a la juventud de sus aulas. Fue el origen de los manuales que el Estado tenía que autorizar previamente. Así, el gremio de catedráticos, funcionarios del Estado, asumió la tarea de reproducir el modelo de educación elitista propio del liberalismo decimonónico.

Aquel libro de 2020 quedaba inconcluso al terminarlo en 1931, porque el objetivo explícito de Juan Mainer estuvo expuesto con claridad: realizar una “explicación sociogenética de los problemas de la institución escolar en la actualidad”. Con tal empeño ha publicado sus investigaciones en este nuevo volumen publicado en 2024 que, sin embargo, finaliza en 1990 de modo que el reto persiste y cabe confiar que prosiga con un tercer volumen en el que se alcance al fin la “actualidad”. Porque desde 1990 hasta el presente no solo han pasado más de 30 años, sino que ha cambiado la legislación y sobre todo se ha transformado la estructura social de España. En todo caso, esta segunda parte del trabajo emprendido por Juan Mainer, descifra con finura y originalidad una etapa histórica tan vasta como compleja de la historia de España. Son 60 años de experiencias antagónicas, desde las esperanzas alentadas con la II República hasta las realidades democráticas desarrolladas desde la Constitución de 1978, tras los 40 años de experiencias trágicas durante la guerra civil y la dictadura. 

El autor organiza su análisis en cuatro etapas cuyos títulos reflejan claramente las tesis planteadas para cada uno de ellos. El primero lo titula “Tiempos de encrucijada, reformas y colapso: el instituto de Huesca entre 1931- 1939”, y el segundo “Desarbolado y desubicado: el instituto Ramón y Cajal entre 1936 y 1951”. El tercero puede valorarse como el de mayor calado sociohistórico por el calibre de los cambios que constata, con una aportación plenamente original que se expresa en su enunciado: “El instituto y la revolución silenciosa (1951- 1970)”. En efecto, esas dos décadas son las de mayor importancia para cualquier historiador que pretenda desentrañar las claves de la transición a la democracia en España. Por último, en “El instituto en transición (1970-1990)” el autor se adentra en la complejidad de lo que cataloga como el tránsito del “elitismo a la masificación”, una propuesta interpretativa cuya tesis requiere tanto el debate sereno como el desafío de ampliar esa etapa al presente sobre el que se han esbozado las transformaciones que nos envuelven.

Es, de hecho, un libro sobre la historia de España reflejada en el devenir diario de un instituto de secundaria, con una aportación exhaustiva de los contextos políticos, sociales y culturales que, aun siendo nacionales, adquirieron vida propia en Huesca. Suma además las fuentes orales tan sustanciosas reflejadas en las entrevistas realizadas a profesores y estudiantes que han vivido alguno de los cuatro períodos. Dan savia al relato construido por Juan Mainer. Y esta novedad metodológica, las entrevistas, ocupa la tercera parte del libro y se basas en el proyecto didáctico “Memoria de la educación y educación de la memoria” que el propio autor había realizado entre 2007 y 2012 con sus alumnos de 2.º de Bachillerato, autores de las entrevistas a los antiguos alumnos de su mismo instituto.

Puesto que no cabe en esta reseña dar cuenta de todos los contenidos de esta obra, baste distinguir, por ser menos conocido, la importancia del período que cataloga como “revolución silenciosa”. En las décadas de 1950 y 1960 se renovó en cierto modo el sistema educativo dentro de la propia dictadura y, sobre todo, la sociedad protagonizó una extraordinaria demanda educativa que desembocó en la Ley General de Educación de 1970. En tales décadas, diferencias sociales incluidas, el acceso al bachillerato creció a porcentajes sociales inéditos en la historia de España, abarcando prácticamente tanto jóvenes varones como a las mujeres, una realidad no prevista, por más que se les enseñara a las mujeres ser compañeras del varón. 

También cabe subrayar la tesis sostenida en la cuarta parte donde el autor sostiene que entre 1970 y 1990 se despliega la “educación de masas” planteada por la citada Ley General de Educación del gobierno tecnócrata de la dictadura en 1970 y completada por la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) del gobierno socialista de 1990. Sostiene que se trata de una fase reformista tecnocrática aplicada tanto por el tardofranquismo como por los gobiernos democráticos y, especialmente, por los socialistas, todos bajo los criterios auspiciados por la UNESCO y la OCDE.

Del enfoque de este período, muy atinado al juntar ambas fechas, sin embargo, queda la sensación de que los dos organismos internacionales se entrometen e imponen pautas de masificación que son desdeñables para una deseable educación democrática, asunto que solo se vislumbra en un análisis, por lo demás modélico en serenidad interpretativa. El propio autor subraya que fue en el curso 1977-1978 cuando las alumnas matriculadas en secundaria superaron por primera vez en la historia de España el 50%. Otro tanto ocurrió con el profesorado femenino y de igual modo, el sector estatal se afianzó como el soporte fundamental para extender la enseñanza secundaria, de modo que actualmente atiende al 75% de los jóvenes, con una situación muy dispar en tres Comunidades Autónomas (Cataluña, Madrid y País Vasco).

Estos datos y otros muchos de los que se aportan en tan sólida investigación son los que permiten concluir que es obligatorio valorar la obra de Juan Mainer como ireemplazable para conocer con mejor precisión la complejidad de nuestra historia contemporánea. También para disfrutar lo mucho que se aprende con su lectura, tan compacta como sugerente en cada uno de sus datos y argumentos.

Juan Sisinio Pérez Garzón
Universidad de Castilla-La Mancha

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